domingo, 22 de noviembre de 2009

Las ironías de la historia: Méndez Núñez

(Escrito con ocasión del secuestro del pesquero Playa de Bakio, recupera ahora toda su vigencia con ocasión del secuestro y liberación del pesquero Alakrana, otra gloriosa página para la Armada española, gracias al gobierno)



La historia en su devenir, como el destino, nos depara en ocasiones ironías de lo más curiosas. Y sino, juzgad si lo que a continuación relato no tiene su cierta chispa de ironía.-
Cuentan los libros de historia (y también la wikipedia), que a mediados del siglo XIX vivió un marino español llamado Casto Méndez Núñez, gallego él, ya que nació en Vigo en 1824 (hoy los de la Coruña, perdón A Coruña, discutirían eso de gallego referente a un vigués, más bien portugués para ellos). Este buen marino español fue educado, me imagino yo, en las viejas esencias de las glorias patrias (ya sabéis Lepanto, Covadonga, las Navas de Tolosa, al grito de Santiago y cierra España, etc, esas mismas que hoy conviene olvidar para no socavar la Alianza de Civilizaciones).
Pues bien, este buen marino durante la guerra que enfrentó a España con Bolivia, Chile, Ecuador y Perú (1864-1866), dirigió la escuadra española, bombardeando la ciudad y puerto de Valparaíso en Chile y atacando las espléndidas fortificaciones del puerto del Callao en Perú. En aquella época ambas plazas se consideraban inexpugnables y su ataque más propio de suicidas que de personas cabales. Tanto es así que la última de ellas, El Callao, se defendió con tal fiereza que antes de poder destruir sus baterías, el buen Méndez Núñez perdió por avería dos de sus cinco barcos y terminó el combate herido en su camarote, pero con la satisfacción del deber cumplido. Cuentan las leyendas que pululan en la historia que antes de atacar tan formidables baluartes y a los que le solicitaban mesura y cordura antes de emprender tan loca aventura, les soltó una frase que ha perdurado como ejemplo de defensa del honor y los principios a toda costa: Más vale honra sin barcos que barcos sin honra.
Seguro que todo lo anterior nos parece a los ciudadanos de hoy en día un derroche de honor y valentía más propios del romanticismo del siglo XIX, que del ambiente materialista, practico, hedonista, egoísta, egocéntrico, (virtudes todas ellas) de los albores del XXI. Y si todavía tenéis alguna duda que este buen hombre era evidentemente de otra época muy distinta de la nuestra, para despejarla os diré que, además, al final de su carrera Casto Méndez Núñez fue ascendido a teniente general, ascenso que rehusó. ¡¡ Toma ya !!, con dos cojones, que diría aquel.-
Pues bien, en honor a este glorioso marino español, hoy un barco de la armada española lleva, con todo merecimiento, su nombre: la Fragata Méndez Núñez, botada en el año 2006.-
Y es aquí donde nos acercamos a las ironías que nos depara la historia. Como sabréis, recientemente un barco pesquero español, el Playa de Bakio, fue secuestrado en las Costas de Somalia por unos piratas afroafricanos, que diría aquel locutor tan políticamente correcto, es decir, negros muy negros. El gobierno socialista de Rodríguez Zapatero envió a la zona a la citada fragata Méndez Núñez. Su misión era vigilar el desarrollo del secuestro, proteger a los secuestrados ante cualquier acción violenta de los secuestradores y tranquilizar así, a los pescadores españoles, a sus familias y a la ciudadanía en general.
El gobierno de Zapatero decidió, por la seguridad de los secuestrados, pagar el rescate a los piratas, 1,2 millones, no de reales de vellón, sino de dólares de curso legal. De donde ha salido el dinero es asunto que es mejor no investigar (tal vez sea usted, amigo lector contribuyente, el pagano de esta historia). La entrega la hicieron unos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), espías vamos, para entendernos, mandados por el gobierno de Zapatero a la zona para tal fin. A salvo los secuestrados, muchos esperábamos que la Fragata Méndez Núñez hiciera honor a su nombre y se lanzara fulgurante, rauda, veloz e intrépida, a apresar a los piratas felones y a recuperar la pasta. Medios tenía para ello sobrados, ya que no en vano está dotada con los más modernos adelantos, que cuestan, dicho sea de paso, no un huevo, sino un huevón.-
Pero nuestro gozo en un pozo. La fragata llego, miró y no hizo nada y los piratas están ahora disfrutando del precio del rescate en algún paraíso, seguramente caribeño, no en la Isla Tortuga, sino algo más actual como Barbados, Playa Bávaro o Punta Cana. Dice el gobierno, justificando su pasividad, que lo hizo para evitar las represalias de los piratas contra los demás pesqueros españoles en la zona. Deben ser estos modernos piratas más temibles que los Morgan o los Barbarroja de antaño, para acojonar, perdón, he querido decir acongojar, a la octava potencia mundial, con una moderna fragata, un avión orión y james bones destinados a la zona.-
Este razonamiento del gobierno puede ser tan bueno como otro cualquiera, pero tal puede ser que ahora decenas de piratas somalíes estén oteando con denuedo el horizonte marino en búsqueda de pesqueros con bandera española, de los que secuestras, pagan y chitón. Que a nadie le amarga un dulce y más si sale de balde.-
En definitiva y aquí está la ironía que nos regala la historia, creo que en esto de los piratas somalíes me da a mí que hemos salido, con barco, pero sin honra, es decir, todo lo contrario que la dichosa frasecita que dijera en sus cinco minutos de gloria el bueno de Casto Méndez Núñez, el cual después de haber visto el triste papel de convidado de piedra que ha representando la fragata que lleva su nombre, debe haberse removido en su tumba del Panteón de Marinos Ilustres en el gaditano pueblo de San Fernando.
Yo, para evitarle más penas, de las que ya de por sí su estado de difunto le procura, votaría por cambiarle el nombre a la dichosa fragata. Sería muy apropiado y acorde al papel jugado ponerle uno como Fragata Rodríguez Zapatero, con algún apelativo añadido como el Dialogante, el Diplomático o el del Talante (no confundir con talentoso). Pero como no está bien ponerle a un barco de la armada el nombre de un ilustre en activo, sería más conveniente otro apropiado tomado de la historia, como por ejemplo Fragata Godoy, que además con esto de la celebración del bicentenario del dos de mayo viene ni que al pelo.-
¿Tiene o no tiene ironía la cosa?.-



NOTA.- El tres de mayo de dos mil once la Audiencia Nacional dicto sentencia contra los secuestradores del pesquero vasco Alakrana en la que se declaraba expresamente que "sin duda alguna no ha sido la empresa armadora sino organismos públicos vinculados al Gobierno español quienes han satisfecho la cantidad que se ha abonado por la liberación de los tripulantes y del propio pesquero". A pesar de ello, el gobierno de España sigue negando haber pagado ningún rescate. "España se merece un gobierno que no nos mienta". Esto es lo que dijo Rubalcaba la noche del día de reflexión previa a las elecciones generales del 14-M-2004 que dieron el triunfo al PSOE. Pues eso.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Cuentos de la Edad Media

La Edad Media es una época en general mal vista y desprestigiada, con fama de oscura, marcada por los fanatismos religiosos, la opresión de los Señores feudales y peligrosa por las guerras y las epidemias mortales. Esta es la imagen que nos han vendido y algo de cierto hay en todo ello, pero de la lectura de libros como el Decamerón o los Cuentos de Canterbury se desprende que también fue una época con una libertad personal y, especialmente sexual, que no encaja con la imagen de la Edad Media que nos han vendido después.
Es cierto que desde la Iglesia Católica se pretendía imponer restricciones al sexo y así, la abstinencia sexual era obligatoria los cuarenta días previos a la Navidad, Pascua o Pentecostés, los domingos y en las festividades de santos y vigilias. Restando todos estos días, a los católicos escrupulosos con los mandamientos de la Santa Madre Iglesia sólo le quedaban 90 días para el fornicio, a los que si restamos los días de la menstruación de la mujer, podían quedarse en tan sólo unos 60. Había quien hacía de la abstinencia virtud. Así Cesáreo, obispo de Arlés, decía que “el buen cristiano no conoce a su mujer si no es con la intención de tener hijos” y el cardenal Robert de Couçon incluso llegaba a decir, el muy iluso, que “al hombre devoto le disgusta sentir placer, pero lo soporta para engendrar hijos”.
Esto es lo que defendían algunos desde las altas instancias de la Iglesia Católica, pero no parece que los propios religiosos predicasen con el ejemplo. En el Sínodo de París de 1074, setecientos años después de que el Concilio de Nicea prohibiese el matrimonio para los sacerdotes, la queja generalizada de los asistentes era que la ley del celibato era insoportable. En la realidad no eran pocos los religiosos que vivían en pareja, incluso con mujeres casadas, situación ésta que en aquella época no se consideraba especialmente escandalosa.
Parece que era de lo mas normal que una pareja viviese juntos sin estar casados. El propio San Agustín, uno de los cuatro más importantes Padres de la Iglesia Católica, opinaba que un concubinato que durase toda una vida podía equipararse al matrimonio. Y éste si que predicaba con el ejemplo, ya que convivió con una mujer durante trece años hasta que decidió casarse como Dios manda.
Las crónicas de la época están plagadas de anécdotas que demuestran que las costumbres sexuales de aquella época eran muy distintas de las de ahora, puritanas en extremo. Así por ejemplo, cuenta la historia que el rey Luis IX de Francia aprovechaba cualquier ocasión y momento del día para acosar a la reina consorte Margarita de Provenza, con gran disgusto de la reina madre que no compartía los ardores del hijo. Las bajas pasiones de la real pareja llegaban a tal extremo que llegaron a citarse en una escalera de caracol que comunicaba los aposentos de ambos, y cuando se acercaba la reina madre, los criados golpeaban las puertas para advertir a la pareja que regresaba rauda a sus respectivos aposentos. Esta pequeña debilidad del Rey Luis IX por el sexo no fue obstáculo para que a su muerte fuera canonizado. La reina consorte Margarita de Provenza también fue una buena santa, aunque sin canonizar, ya que la real pareja tuvo ni más ni menos que once hijos.
Otro ejemplo. La dinastía de los Merovingios que gobernó Francia entre los siglos V y VIII tenía dos tipos de matrimonio: el formal y otro de andar por casa, sin que fueran incompatibles el uno con el otro. Así cuando Indegonda, la esposa de Clotario, le pidió a su esposo el Rey que buscara un buen marido para su hermana, éste le dijo que “he decidido concederte el favor que tu dulzura me ha pedido. Y al buscar al hombre rico e inteligente que debía casarse con tu hermana, no encontré uno mejor que yo mismo”. Y se casó con las dos sin problemas.
Y cuando surgían las desavenencias en la pareja, cada uno tiraba por un lado y se acabó. No obstante, desde la Iglesia Católica se intentaba establecer un cierto orden y se distinguía según hubiera o no adulterio, por la mujer claro, que el hombre podía hacer lo que le saliera del pijo, nunca mejor dicho. Así entre los Dichos de San Pirmino, escritos en el siglo VIII, figura éste que es encantador: “Allí donde haya adulterio o sospecha de adulterio, la mujer será expulsada, sin más. Pero si la esposa estéril, deforme, vieja, si es sucia, borracha, mala compañía, lasciva, vanidosa, glotona, inconstante, pendenciera, si es proclive a la injuria, el esposo guardará consigo a la mujer de esta calaña, de buen grado o por fuerza, fuera como fuese, porque cuando eras libre te comprometiste voluntariamente”. O sea que si te ha tocado el premio gordo, te jodes, haber elegido mejor.
Y ya para finalizar otra historieta que ilustra como funcionaba el tema sexual por el medievo. Pedro Abelardo, fílósofo y teólogo francés, uno de los padres de la Escolástica, que es algo así como un revival de la filosofía grecolatina pasada por la túrmix del cristianismo, se enamoró perdidamente de una tal Eloisa, sobrina de un canónigo y de una inteligencia asombrosa para su sexo y su época. Abelardo, a pesar de su formación platónica, era partidario de un amor no tan platónico, y claro la susodicha Eloisa se quedó preñada. La pareja que no contaba con el consentimiento del tío de ella para casarse, optó por una socorrida solución de la época: secuestrar a la futura novia para negociar los términos de la boda con la familia de ésta. Abelardo y Eloisa deciden casarse en secreto y las disputas con la familia de la novia continúan hasta que una panda de secuaces asaltan a Abelardo en su casa y lo castran, otra fea costumbre del medievo. Abelardo decide ingresar en un monasterio y le pide a Eloisa que haga lo mismo en un convento. Desde su reclusión voluntaria ambos se dirigirán reciprocas cartas de amor, afectivas las de él, un poco subidas de tono las de ella. Y sino juzgad esta que le escribe Eloisa “Los placeres amorosos que hemos disfrutado juntos tienen para mí tanta dulzura que no logro detestarlos ni expulsarlos de mi recuerdo. Incluso durante las solemnidades de la misa, asaltan mi pobre alma y la invaden mucho más que el oficio. Lejos de lamentar los errores que he cometido, suspiro por los que ya no puedo cometer”. Luego vino Santa Teresa e inventó el amor místico, pero creo que era algo distinto a lo que experimentaba Eloisa.